Los profesionales que trabajan en clínicas y establecimientos privados están expuestos a muchos microorganismos que estan en las secrecciones y fluidos (saliva, sangre, etc.). La transmisión de esos microorganismos se realiza por distintas vías dependiendo de la naturaleza del agente infeccioso. La vía aérea (gotitas de tos, aerosoles, salpicaduras, etc.), parenteral (cortes y pinchazos con material contaminado) o por contacto son los medios por los que el personal de la clínica puede adquirir agentes infecciosos que causan enfermedades graves (Ej.: hepatitis B y C, VIH, tuberculosis) o incluso banales (Ej.: resfriado común). Los profesionales y trabajadores contagiados puede a su vez transmitir ese agente infeccioso a pacientes. La transmisión en este caso puede ser por la mismas vías o a través de instrumentos (fómites) o procedimientos. La clínica o gabinete (su personal y/o su instrumental) se convierte así en un potencial foco de infección para los nuevos pacientes o clientes

Se define como `infección cruzada´ cualquier infección surgida por la transmisión de microorganismos patógenos entre pacientes y el personal que les proporciona atención en un entorno clínico o paramédico

La prevención del riesgo de la infección cruzada consiste en la aplicación de diversas medidas de asepsia y desinfección que no son simples actuaciones puntuales sino que incluyen procesos o procedimientos complejos (Ej.: ciclos de la esterilización y de la desinfección del instrumental). No basta con su aplicación, las normativas internacionales incluyen el control del funcionamiento del aparataje (Ej. test con indicadores biológicos, químicos, etc. en autoclaves), de la contaminación bacteriana en superficies o de otros elementos dependiendo de la especialidad clínica

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